Tiempo vivido, tiempo pasado, un tiempo que se fue, un tiempo que está por venir, así es el tiempo en nuestra vida.
Con el tiempo se va la vida, se va la percepción de un entonces, las vivencias de nuestra infancia, los seres queridos. Y solo con los recuerdos podemos rescatar parte de ese ayer vivido.
Tiempo de ayer y el tiempo de hoy, dos tiempos diferentes. Espacio y tiempo ocupados por diferentes personas y en diferentes cosas. Tiempo gastado en contratiempos, en momentos de duda. Tiempo de peleas por falta de tiempo para llegar a un entendimiento. Tiempo de guerras, tiempos de crisis.
Tiempo que hemos pasado formando sueños para tener ilusiones. Tiempo que hemos empleado en crear esperanzas para una vida más larga, con más tiempo para vivir el poco tiempo que nos ha sido dado.
No creo que el tiempo pasado fuera mejor, eso si, era diferente. Las mujeres de entonces no se detenían a mirar como pasaba el tiempo. Sólo tenían tiempo para trabajar. Pasaban todo el día ocupadas haciendo cosas y más cosas, no tenían tiempo para pensar en que no tenían tiempo.
Muchas, la mayoría, no tuvieron nunca la oportunidad de disfrutar de un fin de semana, de vacaciones pagadas. Tampoco de disponer del jornal ganado, de tener el lujo de estudiar, o de quedarse en la cama, o de perder el tiempo como les diera la gana.
A mi abuela le hubiera gustado vivir “este tiempo”. Tiempo de avances, tiempo futuro, tiempo de no tener tiempo para nada. Tiempo para quejarse y hacerlo a gusto, con la cabeza alta. Tiempo de libertad, tiempo para votar, tiempo de vientos y tiempo de tempestades. Tiempo de vivir el amor libre, de quedarse soltera, tiempo de lluvia y tiempo de tomar el sol, pero sobre todo, tiempo para poder vivir a conciencia la libertad de poder disponer de su tiempo.